La Bondad Hacia Nosotros Mismos
Como Uds. saben, durante el mes de marzo, Marina y yo tuvimos la bendición de asistir a un retiro de meditación dirigido por Jack Kornfield y otros maestros que tienen mucha experiencia en el sendero del Dharma.
Cuando llegué a Spirit Rock Meditation Center, Marina me saludó con cariño y me preguntó, “¿Te sientes nerviosa antes de entrar en un retiro prolongado?” Mi respuesta fue, “Por supuesto! Es normal.”
Marina tenía alivio, dándose cuenta de que ella no era la única persona con nerviosismo.
En cada retiro enfrentamos las partes escondidas dentro de nosotros y necesitamos usar todos nuestros recursos interiores para seguir la verdad y para aceptar las tendencias y los hábitos que normalmente negamos.
Muchas veces nuestra práctica tiene que ver con el reconocimiento de nuestras imperfecciones como seres humanos.
Enfrentamos lo que la maestra Lila Wheeler llama “la imperfección perfecta” de nuestra encarnación humana.
Necesitamos perdonarnos a nosotros mismos repetidamente y desarrollar una actitud bondadosa hacia nosotros mismos.
Sólo el perdón y el amor bondadoso pueden aportarnos la paz interior que anhelamos.
El tema del retiro en Spirit Rock fue la identidad y las maneras que nos atrapamos en conceptos fijos y limitados sobre quienes somos.
Los maestros nos recordaban de nuestra esencia luminosa debajo de los velos de la ilusión, ignorancia, avaricia, y aversión.
Recibimos instrucciones para nuestra práctica: “Observa, con bondad y ecuanimidad, cuáles de los pensamientos, palabras y actos dirigen hacia el sufrimiento y cuáles dirigen hacia la liberación y la alegría.”
Cuando hacemos este tipo de observación cuidadosa por semanas, soltamos nuestro apego a las preocupaciones egoístas, y hay una conexión expansiva con la conciencia amorosa cósmica alrededor y dentro de nosotros.
Es como si tenemos un testigo bondadoso mirándo el río cambiante de sensaciones, percepciones, pensamientos, emociones, y momentos de conciencia, que llamamos el “yo.”
Poco a poco, desarrollamos una intención sabia para seguir los pensamientos sanos y para dejar los pensamientos inhábiles.
Aprendimos a llevar una actitud amigable a nosotros mismos; simplemente estamos con nuestras experiencias sin añadir la reactividad o la crítica.
No importa cuántas veces se observa que la mente está vagando, en lugar de regañar a nosotros mismos por una falta de atención, se puede regresar suavamente al foco de la respiración, felicitandonos por despertar en el momento presente.
Cuando surgen memorias de los eventos del pasado que nos dan vergüenza o culpa; podemos recordar que en cada instancia actuamos en la mejor manera posible según el nivel de conciencia que tuvimos en ese momento.
Tratando las emociones difíciles con ternura, recordamos nuestras buenas intenciones de aprender de los errores y de tener más conciencia sobre las consecuencias de nuestras palabras y actos.
Para ilustrar como se puede tratar a sí mismo en una manera bondadosa, les cuentoalgo de mi propia experiencia en el retiro reciente.
Llegué a Spirit Rock con el corazón entumecido, en un proceso no resuelto del duelo por haber dejado 15 años muy felices en Cholula.
Desde hace nuestra mudanza a Tejas en agosto de 2011, había estado muy ocupada, creando con Mark una nueva etapa en nuestras vidas: encontrándonos con gente amigable, asistiendo a eventos culturales, tomando el liderazgo de la sangha “Insight Meditation Houston,” y ofreciendo talleres profesionales.
En el espacio amplio y el ambiente de aceptación incondicional del retiro, pude permitirme sentir por la primera vez la profundidad de la tristeza debajo de tantas actividades.
Un día Jack Kornfield estaba guiando la práctica de Metta así:
“Imagínate a dos personas queridas, mirándote con ojos cariñosos, enviándote Metta.”
Visualizé a Mark enviando sus deseos para mi felicidad, y escuché adentro la voz de mi madre diciendo en una manera compasiva, “Hija mía…”
Mi corazón se suavizó y empezé a llorar profundamente, liberando
las lágrimas guardadas por tantos meses.
En mis próximas sesiones de meditación había una diluvio de imágenes de todos los seres queridos en México; de Casa Tecama, la ex-hacienda que renovamos en Cholula con nuestros amigos-arquitéctos; y de las vistas hermosas de los volcánes.
Rendí homenaje a cada persona y cada escena con mis lágrimas.
Una etapa en este proceso de llevar la bondad hacia mí misma fue la aceptación y la expresión de los sentimientos difíciles dentro de mí.
En otra etapa de tratarme con gentileza, el perdón fue esencial.
Pude perdonarme por cargar el duelo congelado por tantos meses, dándome cuenta de que un amor tan fuerte merece un duelo profundo.
En el proceso de auto-perdón, pude dejar de juzgarme por no haberme adaptado rápidamente a la vida que Mark y yo compartimos en Houston.
Entendí que hice lo mejor que pude, en mi propio ritmo.
La adaptación a nuestra mudanza fue más natural para Mark, porque estaba regresando a su ciudad natal.
La práctica del auto-perdón resultó en la resolución de una lucha interior y me sentí paz y armonía adentro.
Durante el retiro, Jack Kornfield nos recordaba de algunos principios importantes en la psicología budista sobre el perdón:
Nunca es demasiado tarde para buscar el perdón y empezar de nuevo.
El perdón es fundamental para nuestra salud mental, y es una forma de soltar el dolor que arrastramos.
El perdón no niega la verdad del sufrimiento y no es nada débil.
Exige valentía e integridad.
Se entiende como una manera de acabar con el sufrimiento y de aportar dignidad y armonía a nuestra vida.
Gracias a Marina por traducir este poema que escribí sobre el proceso bondadoso de sentir y expresar el duelo y de perdonarme a mí misma.
Casa del Corazon
En el pueblo de Cholula
Tuvimos la bendición
De vivir en una casa de sueño,
Una hacienda restaurada
De hace siglos.
Casa Tecama:
Con bardas gruesas de adobe,
La fachada pintada de dos tonos:
Mango y papaya,
La casa se encuentra
Entre algunas calles polvorientas
De las ruinas de
Una pirámide antigua
Y cuenta con vistas de
Cuatro volcanes.
La ceniza del Popocatépetl
Cubre el techo rojo de teja de barro.
En un barrio conocido por
Sus fiestas, procesiones religiosas,
Campanas resonantes de iglesias, cohetes,
Y bandas desentonadas,
La hacienda se mantiene
Con serena dignidad.
El portal está coronado
Por un imponente dintel,
Con un tradicional diseño dentado.
En el vestíbulo, visitantes
Pasan debajo de un arco
Para entrar a una terraza
De donde admiran un patio oasis.
Buganvilias de un tono rosa mexicano,
Que suben las paredes de color durazno
Atraen colibrís y mariposas.
En medio del jardín,
Delineado con geranios y
Lilis de color crema,
Está una fuente de piedra
Que gentilmente arroja agua
A una alberca circular.
Cuartos espaciosos,
Iluminados por tragaluces,
Rodean el jardín.
Dos ventanas de arco muestran
Las paredes carmesí del comedor.
El punto principal del atrio es
Una puerta alta, barnizada,
Bajo un dintel que da eco
A la gran entrada.
Dentro hay una sala larga.
En un lado, sillas y sillones se reúnen
Alrededor de una chimenea.
Un piano vertical marca la transición
A los libreros de una biblioteca.
Dentro de estos espacios,
Amigos se congregan para hablar, meditar,
Leer, hacer música y celebrar.
Fuera en el porche,
Una mesa redonda está puesta
A las 2:00 para la comida.
Mari sirve sopa de tortilla, frijoles,
Pollo al mole poblano,
Unas rebanadas de aguacate
Con pequeños limones jugosos,
Frescos del mercado local.
Inspirados por pequeños sorbos de tequila reposado,
Invitados encantados brindan:
“Para la casa más hermosa que hemos visto.”
………..
Ahora Casa Tecama está
Lejos en la memoria;
Mi trabajo de casa es interior.
Durante el retiro en Spirit Rock,
Como regalo de mi cumpleaños 65,
Estoy viviendo un proceso de reconstrucción.
He limpiado el suelo
Por subir a la cima
De una colina empinada
Para descargar el duelo.
El paisaje vasto
Absorbe con calma
El dolor de dejar México.
He puesto una base
Con miles de respiraciones atentas,
Y pasos lentos y cuidadosos,
Recordando la verdad universal
De la impermanencia.
Cada intención clara y
Momento de recto esfuerzo
Me sirven como mortero
Para paredes robustas.
Perdón y compasión
Son el soporte de un techo seguro.
La atención amorosa forma el portal,
Que abre a un jardín interno,
Regado por la fuente
De mi corazón.
…………….
El proceso de construir una casa interior para llevar conmigo a cualquier lugar, me liberó.
Con el corazón abierto, sentí mucha gratitud hacia todas las personas que me han apoyado durante esta transición.
Visualizé a Mark esperándome en nuestra casa atractiva en Houston.
Recordé con agradecimiento a la gente que nos ha dado la bienvenida en la ciudad, los miembros amables del sangha allá, la belleza de los parques en nuestro barrio, la riqueza de la vida cultural, y las oportunidades profesionales alentadoras.
Al final del retiro, me sentí lista para reunirme con Mark y entregarme plenamente en nuestra vida en Houston.
Con la práctica de la bondad hacia mí misma, me siento más bondadosa hacia otra gente.
Y puedo perdonar más fácilmente a las personas que me han lastimado, con o sin intención.
Entiendo que ellos también han actuado desde el sufrimiento—una condición que merece compasión tierna en lugar de juicios severos.
Entre más conozco el proceso de mi propia mente, más puedo empatizar con la complejidad de las mentes de otras personas.
La atención bondadosa que ofrezco a mí misma es de beneficio a cualquiera persona que encuentro.
En la última semana del retiro, cumplí 65 años. Quisiéra leer otro poema, traducida por Marina, sobre como la práctica bondadosa hacia nosotros mismos puede afectar a la gente en nuestros alrededores.
Cumpleaños 65 en Silencio
El silencio noble en retiro
Es el regalo más precioso
Para mi cumpleaños.
Antes de que amanezca,
Estoy inmersa en
La práctica del Amor Bondadoso (Metta)
Para mí, para mis seres queridos
Y todos los seres en todas partes.
Todavía sentada en la cama,
Y envuelta en un chal azul calientito,
Abro una pequeña bolsa roja,
Un regalo de una amiga
Que he guardado para hoy.
Dentro encuentro
Unos delicados aretes de ámbar,
Mi primer adorno
Durante este mes
De simplicidad voluntaria.
Bañándome a las 5:00 am,
Agradezco a cada parte de mi cuerpo
Por servirme bien.
Qigong con mis compañeros yoguis
Balancea nuestras energías
Antes de un saludable desayuno:
Saboreo la avena caliente
Cubierta de rebanadas de plátano y almendras.
Estiramientos de yoga me preparan
Para las rondas concentradas de
Meditación sentada y caminando.
Y después tiempo de fiesta!!
A través de notas a los gerentes del retiro,
He arreglado una celebración silenciosa
Para sorprender a mis amigos del Dharma.
Hoy en la hora del lunch,
Pegado en la pared de entrada dice:
“Que el helado traiga gozo a nuestro sangha
En mi cumpleaños 65.”
Estratégicamente, escojo un asiento
Donde puedo mirar
Las expresiones de disfrute
Ante el despliegue tentador:
En charolas grandes llenas de hielo
Están botes de helado de fresa
Y menta con chispas de chocolate,
Y contendores de sorbete
De frambuesa y mango,
Atrayendo a meditadores,
Que han aguantado
Semanas de solamente
Comida sana vegetariana.
Mis compañeros están listos
Para saborear tal tentación.
Unos sonríen, otros apuntan o suspiran.
Una mujer brinca de arriba abajo
Irradiando puro placer.
Conforme los cartones se van vaciando
Y el postre se consume
Con sorbidos ruidosos de satisfacción,
Yo esbozo una gran sonrisa.
Silenciosa e impermanente,
Ninguna otra celebración
Me ha dado tal regocijo,
Para la sociedad me he convertido en
Ciudadana de la tercera edad,
Pero dentro de mi corazón
Soy una niña cumpleañera feliz.
Ojalá que la práctica de la bondad hacía nosotros mismos resulte en gozo y gratitud para cada uno de Uds. en este sangha.